Dime cuánto tardas y te diré quién eres

Todos los que le dedicamos un espacio de nuestras vidas al desarrollo de las comunicaciones, tenemos una constante batalla con el concepto: plazos de entrega. Y si bien, los tiempos asignados para un proyecto vienen desde el escritorio del cliente, es ultra sabido que, los ejecutores nos convertimos en una raza experta "en estirar el chicle del tiempo" hasta donde se pueda para no sentirnos "abrumados".

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Crecí escuchando, desde todos los ángulos, que el chileno es flojo, que no le gusta el trabajo, y que somos una comunidad perezosa, incluso con las tareas más básicas del hogar. El "más rato lo hago..." es muy común por estos lados.
Hoy por hoy, no tengo dudas de que una mala decisión como esa, en un corto plazo, acarreará conflictos que bordearán la negligencia, dejándonos en evidencia como personas descuidadas y lentas en cualquier tipo de operación. ¿Dónde recae esto? En la desconfianza laboral y personal.

Por otro lado, también crecí escuchando que Chile es un país que trabaja muchas horas a la semana en comparación a otros países. "Es verdad que los chilenos trabajan muchas horas al año, pero la productividad de un trabajador chileno es inferior a la de países en niveles de desarrollo comparables..." declara Patricio Navia, en el portal Global Americans.

Es más, ¿Sabían que nuestro país ocupa el tercer lugar en el ranking de países con más horas acumuladas en un año de trabajo? El ranking, publicado por La Nación (Argentina), lo puede ver de manera íntegra aquí

¿Todos tenemos claridad de que trabajar mucho, no significa ser un buen trabajador?

Soy un fiel creyente de que la creatividad no es llegar, sentarse y comenzar a crear. Me gusta la teoría de Graham Wallas; psicólogo y educador inglés, escritor del libro "The Art of Thought" (1926), donde pone sobre la mesa el item de que la gestión de ideas requiere una profunda maduración antes de ser llevada al papel. Sin embargo, los años de experiencia que, de seguro también tienen muchos de ustedes, manifiestan con todas sus letras, que hay proyectos y/o ajustes que no se pueden realizar y entregar cuatro días después de un feedback.

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¿Por qué tardamos tanto en entregar las cosas? Estoy seguro de que no es porque seamos cautos, finos y busquemos la precisión en la ejecución, lo siento, pero no soy tan optimista con eso. Pero tampoco pongo en duda de que hay muchos creativos chilenos se toman un rico vino con la excelencia laboral, pero esa grupeta ya se escapó, al menos, 5 kilómetros del resto.

Recordemos, por favor, que la creatividad, y la eficiencia en el desarrollo de ideas, son dos cosas distintas.

La primera es una habilidad más experiencial, cerebral y emocional, y ésta, cuenta con la autorización para ser incubada, observada, analizada, comparada, testeada y todos los "ada" que usted quiera.
Pero otra cosa es el "manos a la obra" y es aquí, donde se genera ese "black hole" tan terrible. Es cosa de salir a la calle y preguntarle a la gente "¿Cuántas grandes ideas ha tenido y cuántas las ha llevado a cabo?" Pongo las manos al fuego de que gran porcentaje de los encuestados diría que más de alguna vez ha tenido una idea que, incluso, le pudo haber cambiado la vida, pero por falta de tiempo, herramientas y/o conocimiento, nos las concreta.
Ahora, sinceramente creo que ese "falta de tiempo, herramientas y/o conocimiento" puede ser verdad, ¿por qué no? Pero también creo que es el maquillaje de un "¡Qué lata hacerlo!" 

Sé, que esta hipótesis carece de estudios cuantitativos y que, quizás, me estoy dejando influenciar por mis propios procesos de recolección de información que pueden estar absolutamente errados, pero no creo estar tan alejado de una realidad donde por años se ha dicho que "los chilenos somos buenos para trabajar, pero malos para la pega". Frase compleja, con dos palabras muy similares, pero que tienen diferencias abismales.

¿Veamos el vaso medio lleno? Esta gran carencia que tenemos, no sólo en el sector profesional/técnico de las comunicaciones, sino que también como sociedad, es una puerta del tamaño de un arcoíris para mejorar los procesos y convertirnos en una comunidad que, además de ser muy creativa, también avance directo a la eliminación de la palabra procrastinar de nuestras vidas.

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Comprendamos que descansar del trabajo, está buenísimo, es sano para la mente y la salud. Tirarse las pelotas en el trabajo, no.

Para complementar esta lectura, los invito a leer una columna anterior, Ser creativo, no significa ser un buen trabajador