En una de las universidad donde tengo la fortuna de dictar clases, se me encomendó la hermosa misión de diseñar el contenido de dos asignaturas para el 2026; una que va por el camino de lo práctico y la otra que apuesta por lo híbrido entre lo práctico y lo teórico.
La verdad es que no es una tarea que me complique mucho el día a día, porque es algo que me gusta e interesa desarrollar y aprender. Tampoco es una labor que se aleje de mis habilidades académicas porque llevo varios años caminando entre salas, pasillos y estudiantes. Sin embargo lo más complejo, creo, es vincular correctamente los items industria y academia en las mismas láminas, ya que son dos variables extremadamente diferentes pero dependientes una de la otra.
¿Cómo me di cuenta de que esto se me estaba facilitando? Porque a la hora de aterrizar la información, ahorré mucho tiempo de investigación, verificación de fuentes, entrevistas, tabulación y todo lo que conlleva una investigación para la generación de un documento así. Y me atrevo a decir que fue porque afortunadamente aún estoy activo en la industria de las comunicaciones, por lo mismo puedo transmitir todo el conocimiento y experiencia recolectada "en tiempo real". Es decir, lo que viví en una reunión el lunes en la mañana, en la noche ya estoy transcribiéndola al documento que pronto estará en manos de los estudiantes. Obviamente todo termina estando alineado con la teoría que día a día pasa por mi navegador y libros de apoyo.
Ese es el "beneficio" que le ofrezco mis estudiantes que, en muchos casos, han aceptado amablemente mi patudez de pausar un contenido académico que viene en el programa, para mostrarles un caso real con todos los detalles de una reunión que viví hace poco.

Siento que muchas casas de estudios están muy rígidas respecto a los programas académicos y que se genera poca o nula flexibilidad para el análisis de casos reales que pasan durante el día o la semana. Sin ir más lejos, este primer semestre 2025, era perfecto para hablar de las estrategias comunicacionales de los candidatos presidenciales acá en Chile. Y pasaron muchas cosas que, desde la comunicación estaban "entretenidas", sin embargo, para bien o para mal, hay que mantener la pauta de contenidos.
Recuerdo con mucho cariño en mis años de estudiante cuando profesores traían a clases casos de contingencias comunicacionales o de marketing de las empresas o agencias donde trabajaban y podíamos estar toda la sesión debatiendo de eso. Era un griterío, respetuoso, pero griterío. Todos opinaban y generaban sus propias teorías y propuestas. Hoy, es más común entre los distintos cuerpos docentes que agarremos un caso exitoso y premiado hace cuatro o cinco meses en Cannes y lo expliquemos, pero siempre desde la lejanía del "esto yo no lo hice". No está mal, claro, pero no es lo mismo.
Entiendo que esta configuración se dio porque, por otro lado, están los profesionales exitosos que ingresaron al aula, pero no tienen suficiente experiencia docente como para entregar contenido de manera adecuada, evaluar proyectos, trabajar con rúbricas y darle a los estudiantes de manera óptima una retroalimentación. Para qué mencionar la administración y/o gestión de las plataformas formales para subir notas, cargar contenidos, emitir avisos, actualizar datos, realizar capacitaciones en horarios no académicos, entre varias cosas más. Variables que, ojo, en la mayoría de los casos cuesta tiempo comprenderlas y adaptarse a ellas. La invitación es a que los tomadores de decisiones en la academia y distintas escuelas, comprendan que no es lo mismo ser un buen charlista que un buen docente. No es lo mismo tener muchas experiencia presentando frente a cliente, que tener mucha experiencia frente a personas que no tienen los mismos conocimientos y/o habilidades que su cliente con MBA, 25 años de experiencia y un CV envidiable.
Es necesario y urgente, por los estudiantes que se diseñe un plan formativo académico/profesional, una política interna de las casas de estudios que genere un buen y responsable equilibrio entre ese profesional exitoso que se integró al hermoso mundo de la academia pero que lamentablemente y por obviedades de su ingreso, sacrificará (sin mala intención por supuesto) al grupo de estudiantes de turno, al no entregarle las herramientas correctas en lo formativo y ese profesor que lleva 15 o 20 años de academia, pero que tiene la misma cantidad de tiempo fuera de las canchas.
Para que se hagan una idea, una persona que se integra y debuta en la academia, puede tardar al menos 2 semestres (1 año académico) en aprender las distintas metodologías educativas. Eso, para mí, es mucho tiempo perdido en la formación de un estudiante.
La academia está cambiando, los estudiantes también, por lo mismo, los docentes también debemos hacerlo y convertirnos en híbridos entre la agencia y el aula. Los profesores que llevan envidiables décadas de academia pero que en años no han pasado por una oficina a presentar y/o defender un concepto creativo, pueden ser declarados como "obsoletos" por los estudiantes. Lo mismo pasará con los grandes profesionales que amablemente regalarán su experiencia a los estudiantes pero que serán declarados como malos profesores por sus nulas o carentes técnicas académicas.
Los estudiantes deben ser el centro del aprendizaje, no el CV de la persona de turno que esté parado frente a ellos.
Saludos.