Tu orden, no es el nuestro...

Evidentemente hay millones de competencias y conocimientos que no tengo y son muchas las virtudes profesionales o personales que nunca estarán destacadas en mi Linkedin.

The new brief times
Pero si hay algo que me he preocupado durante mucho tiempo, y que ya considero que se convirtió en una gran habilidad personal, es la entrega de información con un estándar mínimo de calidad y entendimiento. Trato de ser lo más prolijo posible, porque sé que con todo el "ruido" que hay, el receptor de la información, podría entender mal lo que estoy diciendo.

Para mí, entregar correctamente una información es fundamental para lo que sea y bajo el contexto que sea: familiar, personal, académico, laboral, deportivo, musical, etcétera.

Aterrizando en los años 50, Claude E. Shannon y Warren Weaver nos dejan para la eternidad "La teoría de la información", también conocida en algunos documentos como "Teoría matemática de la comunicación" o sencillamente como el "Modelo comunicacional de Shannon y Weaver".

Un modelo que, al parecer hoy, abril del 2024, parece que hay que desempolvar con urgencia para repasar con exageración los distintos puntos que abarca esta interesantísima teoría.

The new brief times

No me convertiré en un ilustrado al decir que la comunicación, sobre todo, la entrega de información, es fundamental para que, en lo que sea, se pueda seguir avanzando de manera correcta hasta llegar a un objetivo determinado. Pero me da la impresión que está tan integrado en nosotros, que se convirtió en un obvio, en parte del ADN, en algo tan práctico y "sencillo" que, a muchas personas se les olvidó cómo aplicarlo.

The new brief times
La mala entrega de información, no sólo genera estancamientos en el desarrollo de algo. Peor aún, podría direccionar a un lugar errado y a un estresante despliegue de habilidades.

La mala entrega de información es tan grave que hoy, al suceder, es más simple culpar al que receptor de la información "por no haber entendido".

Por ejemplo en Chile (y me imagino que un muchos países), muchos políticos, al caer en polémicas por declaraciones u opiniones sobre algo (sobre todo cuando lo hacen a través de sus redes sociales), tienden a rematar a los días siguientes, diciendo "malinterpretaron mis palabras". Claro, 17 millones de personas entendimos todo lo contrario.

*La Tercera, un buen tiempo atrás (2019), sacó una breve colección de declaraciones polémicas y que según sus emisores, fueron interpretadas de manera incorrecta, puede leerlas aquí.

Y si eso pasa a nivel político donde, las comunicaciones deben ser tratadas con pinzas y algodones, imaginen lo que pasa, a nivel más "micro", en las empresas del rubro de la creatividad persuasiva.

La entrega de una solicitud, y desde donde venga, debe ser clara, evidente y con detalles que aporten al ejecutor de ideas, sea un redactor, un arte, social media o planificador de medios.

The new brief times
¿Les ha pasado que desarrollan un proyecto y que, cuando llegan los ajustes, recién ahí indican que, por ejemplo, el segmento u objetivo de esa pieza tenía otro fin? ¿Por qué ese "pequeño detalle" no se declaró en la solicitud inicial?

A mi parecer, es una falta de profesionalismo tremenda, sobre todo hoy, año 2024, con cientos de herramientas disponibles para ejecutar tareas de manera efectiva, estar improvisando sobre la marcha y haciendo malas solicitudes por la evidente carencia de habilidades comunicativas. Además consideremos que esto es extremadamente dañino ya que le quita un peso enorme a la credibilidad y confianza que le podías tener a la contraparte, sobre todo, cuando esta falla es constante.

Por favor, no dejemos de lado lo más sagrado que podemos tener, la comunicación. La flojera de escribir con lujo de detalles, la nula prolijidad de entregar bien una solicitud, el desorden que tengas en tu mente y escritorio, hasta tu actitud de creer que todos deben adivinar lo que quieres, no puede alterar el correcto orden y calidad de tiempos de desarrollo que puede tener un equipo de trabajo que recibe la solicitud.

Saludos.

Nicolás Landauro Constanzo.