Inefable



He escrito y borrado cientos de veces el inicio de esta columna. Y no es porque no sepa qué escribir, es porque no sé como decirlo, por eso se llama así, inefable.

The new brief times
Palabra que, a grandes rasgos, se explica como algo  tan sorprendente que no se puede decir a la primera. Inefable es una sensación extraña (positiva o negativa), algo que no se puede contar de manera ágil. Sin ir más lejos, ni la misma palabra se puede explicar con facilidad.



Lejos, lo más complejo de ser “creativo” (para mí), es que nuestra idea, por muy fundamentada y protegida con números esté, probablemente caerá en las manos de alguien que, quizás, y por decirlo de manera amable, tiene un gusto "distinto", junto a un precario manejo de teorías de conceptualización y diseño.

Me ha tocado muchas veces que el cliente está buscando algo más táctico que creativo, aunque el objetivo planteado en el mismo brief, es “que sea algo creativo y diferenciador”.

 Ahí comienza esa sensación extraña cuando, después de un proyecto tan lindo en redacción y diseño, cliente toma la decisión de quedarse con algo que es la deformación absoluta de la idea inicial.

Dado este escenario, ¿han tenido esa sensación entre rabia, molestia, soberbia, etc, pero que no saben cómo explicarlo?, pues bien, eso es Inefable.

Siento que no estamos acostumbrados al rebote de una campaña que, a ojos de cualquier persona del mundillo publicitario, está linda y funcional. 

¿Por qué duele tanto cuando pasa eso? 
¿Será que en la academia nos enseñan mucho a jugar a la agencia, al creativo súper loco y no a ser cliente? El juego de roles es fundamental y se nota mucho cuando hay carencia de ello.

Me pasó, y sé que le pasó a muchos también que al primer "¡NO!" de un cliente, nos fuimos a la B. Comienza el cuestionamiento del “¿Sirvo o no sirvo para esto?”. Así de simple y rápido puede comenzar un declive académico/profesional/emocional.

A mis 38 años sigo cuestionando mi calidad como creativo (a esto le llaman Síndrome del impostor), pero siento que, tratando de ser lo más positivo posible, "me hace bien" si es que tengo el temple y frialdad para reflexionar sobre ello.

La industria no conversa mucho con la academia respecto a esto.

Desde mi vereda como profesor, y al igual que muchos; quiero cambiar las cosas, quiero ser un punto fundamental en el crecimiento profesional y personal de mis estudiantes. Pero el protocolo, la estructura y rigidez de los programas académicos, no nos permiten jugar mucho y aterrizar en el aula lo que estamos viendo y viviendo acá afuera. Este es un gran problema que sólo daña a las nuevas generaciones.

Otro problema, y más grave aún, es cómo la industria no pone a disposición a toda la caballería de creativos y/o directores para una mesa de conversación con los estudiantes, donde cuenten con testimonios, recursos, experiencias, ideas y/o tips sobre el tratamiento a la frustración, por ejemplo.

Veo cientos de charlas de Inteligencia Artificial como la gran herramienta del futuro. Pero no veo ninguna de la Inteligencia Emocional como la más importante de las herramientas. Sí, está plagado de Salud Mental, pero en su mayoría, estas abarcan otras áreas igual o más importantes cómo la inclusión social, la aceptación física, la igualdad de género (en su inmenso universo de variables), etc. No la frustración de entrada en el proceso creativo.

Reviso y reviso mallas y no veo ninguna asignatura que se llame por ejemplo: "Manejo de la frustración en la idea creativa".

La creatividad es muy complejo, agobiante y muchas veces desmotivante para los que sentimos que tenemos menos capacidad o fuerza emocional para salir adelante cuando pasa algo que no teníamos planificado. No podemos seguir viviendo constantemente en y de la incertidumbre.

No hay duda de que tenemos una tremenda oportunidad como industria y academia. Tenemos un problema que nos puede convertir en profesionales más competentes para mercados tan cambiante y que nos deja siempre y constantemente con dudas sobre si somos o no somos buenos, muchos estamos un poco agotados de ese sentimiento tan indescriptible, lo ineflable.

Saludos.

Nicolás Landauro Constanzo.