Cuidado con lo que escuchamos

Cuando comencé a dar mis primeros pasos en la redacción de contenidos en formato blog, me llegó el primer misilazo. “Escribes mucho y mal. Se hace ilegible todo esto… no deberías dedicarte a esto”.

Me imagino que no soy el único que ha recibido esa “buena onda” cuando recién estás comenzando con algo. Me atrevo a decir que han pasado unos 5 o 6 años desde ese momento. Pero ese minúsculo detalle, aún lo recuerdo.

Asumo que tiendo ser un poco egoísta conmigo, porque el impacto de un comentario negativo es mucho mayor que el de cien positivos.

Años después, me tocó dictar una charla para una facultad en una casa de estudios y un espectador muy amable, se acercó, me dio la mano y me dijo que mi exposición había sido muy mala. Quedé tan perplejo por su sinceridad, que no atiné a preguntar el motivo de su opinión.

The new brief times
Veo artistas y deportistas que se toman la crítica como si fuera la espinaca de Popeye. Otros sin embargo, la tomamos como un tiro de gracia. “Listo, ¡se acabó! No estoy dispuesto a pasar más por este tipo de cosas”. Y está bien también, ambas reacciones son válidas y respetables. No todos reaccionamos de la misma forma frente a un estímulo así.

Independiente de la ruta que decidamos tomar, creo que para ambas hay que tener una característica específica. La fuerza; ya sea para continuar, o dar un paso al costado. 

¿Pongámosle un apellido? Voluntad, Fuerza de Voluntad.

¿Recuerdan alguna materia universitaria llamada Introducción a la Fuerza de Voluntad? Yo no, pero sí me la enseñaron. En mi hogar, en conversaciones con amigos, en una relación amorosa, en un proyecto de vida. Es una materia con muchos y distintos maestros, pero también es una materia que uno mismo debe investigar y llevarla a la práctica.

La fuerza de voluntad, al menos en el aspecto de la creatividad, sólo la generamos con el tiempo; con experiencia, consejos y la sabiduría de alguien que ya pasó por eso. También leyendo, reflexionando, entendiendo y sobre todo asumiendo que la vida está llena de penurias, malos negocios, malos amores, malas decisiones en general.

Dar un paso al costado en algo, es muchas veces tomado como un acto de cobardía, de pánico y no lo creo así. Para hacerlo, hay que ser fuerte y honesto con uno mismo. Cobarde es el que apunta con el dedo a otro que intenta hacer algo por sí mismo.

Estamos viviendo una anomia brutal, una etapa comunicacional sensible, llena de vacíos emocionales, carente de intelectuales que nos regalen sabiduría y mapas por donde debemos y podemos caminar.

El daño que le podemos generar a alguien por un comentario, es terrible y muchas veces fatales.

“…No dejen que nadie les haga creer que no son personas valiosas ¡porque sí lo son! No le den a nadie el poder de destruirlos de esa manera… y por sobre todo quieranse mucho. Tanto que si alguien les dice algo, no lo creerían ni por un segundo…”

Este es un extracto del testimonio de una gran amiga que en su instagram relató un daño que le tocó vivir. Hoy ella brilla como el sol. Sí Pauli querida, brillas como nunca antes.

The new brief times
Quizás ese “detalle” fue el que la invitó a dar un paso al costado y eliminar la toxicidad de su vida. No fue cobarde por dar un paso al costado. No fue cobarde por querer reconstruirla con nuevos aromas, sensibilidades y colores. No fue cobarde por levantar la mano y contarnos una realidad que, de seguro, representa a millones de personas.

Cuidado con lo que decimos, a quien se lo decimos, cómo lo decimos y en qué momento lo decimos, la empatía es fundamental en este juego. Pero también cuidado con lo que escuchamos y la relevancia que le damos a las palabras que no vienen del alma, nuestra alma.

Si no tienes dedos para el piano, pero lo amas, ¿dejarás de soñar que algún día serás la o el mejor frente a esas teclas?

Saludos.